lunes, 3 de abril de 2017

Valores Humildad para aprender

La gran mayoría de los procesos de transformación personal profunda comienzan por eventos inesperados y generalmente dolorosos como la pérdida de un empleo, pérdida de una pareja, pérdida de un ser querido y sus dos grandes consecuencias: pérdida de entusiasmo y pérdida de ruta. No obstante, estos eventos que calificamos como inesperados, tuvieron alguna señal previa, aún los accidentes o las catástrofes naturales, de alguna manera intuíamos lo que venía, pero preferimos ignorar la campanilla o a lo mejor creímos que íbamos a controlar la situación. Igual, lo que nos transforma no es el evento mismo sino la manera en que asumimos esa situación que nos ha dejado momentáneamente fuera de lugar. Ante cualquier pérdida aparece la ira, el rencor, la tristeza y a veces, la culpa, y ahí está la verdadera oportunidad de cambio. A partir de lo que una situación límite nos hace sentir está la clave para trabajar internamente y producir nuevas y mejores respuestas. Reconocer internamente los sentimientos es el primer paso para poder convertir una experiencia dolorosa en una experiencia transformadora y sobre todo, atender al llamado que nos hace el destino para que vayamos en una u otra dirección. Si termina una relación de pareja es muy probable que necesitemos aprender a vivir con nosotros mismos; si acaba un contrato laboral, a lo mejor es tiempo de aprender nuevas habilidades y conocer otros ámbitos de trabajo y si un ser querido ha partido sin previo aviso, es claro que tenemos que aprender a vivir sin esa persona. Todas las situaciones de choque nos llevan a aprender, a modificar hábitos, rutinas y sobre todo pensamientos y sentimientos. Si te sientes culpable por la pérdida, habrá entonces que revisar cuál es tu noción de la responsabilidad, porque podemos hacernos cargo de tareas y compromisos y hacer nuestro mejor esfuerzo en determinada labor, pero no tenemos el control absoluto de las circunstancias y mucho menos de las personas. Cada cual toma decisiones y son sus decisiones las que llevan a una persona a vivir determinadas experiencias. Si el sentimiento que reconoces ante la pérdida es el rencor, quizás te sientes superior a las circunstancias y no aceptas que no te resulten las cosas como esperabas; también puedes caer en la absoluta tristeza, te sientes menos y aceptas la pérdida como un castigo haciendo evidente una baja autoestima. En cualquier caso, hay un valor infalible para convertir un momento de quiebre en el reinicio de una nueva vida: humildad. Sea cual sea el sentimiento, es fundamental reconocer nuestros límites, saber que no somos dueños de nada, que nada ni nadie nos pertenece para siempre y que simplemente compartimos un camino en el que todos estamos aprendiendo.
 BEATRIZ VÁSQUEZ GÓMEZ.


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